REPUDIO A DECLARACIONES DE
LOPERFIDO
LOPERFIDO
Los abajo firmantes expresamos nuestro más enérgico repudio ante
las declaraciones del ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Darío Lopérfido, en relación a la magnitud de las consecuencias del accionar represivo del terrorismo de Estado. En manifestaciones vertidas públicamente en una reciente entrevista, Lopérfido sostuvo que “no hubo 30000 desaparecidos” y que eso “fue una mentira que se construyó en una mesa cerrada con el fin de conseguir subsidios”. Las terribles e irreparables secuelas que dejó dicho accionar en nuestro país fueron un claro y delineado objetivo que, de la mano del proceso de Reorganización Nacional y de la Doctrina de la Seguridad Nacional, buscaron – tanto a escala nacional como regional- sembrar el terror sobre el conjunto de la población e impedir todo tipo de resistencia frente al modelo de exclusión que habrían de imponer. La lucha sostenida del movimiento de Derechos Humanos, de los familiares de las víctimas y de diversos sectores
sociales, fueron generando respuestas inéditas y ejemplares que recorrieron el mundo denunciando primero lo que en nuestro país se silenciaba y clamando por Memoria, Verdad y Justicia, para luego plasmarse en políticas públicas de defensa de los Derechos Humanos y de juzgamiento de los autores de esos delitos aberrantes. Así, el secuestro, la tortura, el robo de bebés y la desaparición forzada de personas, entre otros, fueron probados crímenes de lesa humanidad, que se cometieron a lo largo y a lo ancho del suelo argentino y cuyos pormenores se explicitaron en esos procesos judiciales, poniendo al desnudo descarnadamente la metodología siniestra que los verdugos desplegaron en los más de 600 centros
clandestinos de detención, tortura y exterminio, sembrando de horror el suelo argentino. Las investigaciones llevadas a cabo durante todos esos años, junto a las declaraciones que se sucedieron en los juicios, permitieron conocer y probar pormenorizada y fehacientemente que las Fuerzas Armadas y de Seguridad -tanto sus hombres como la logística e infraestructura- estaban destinados a la represión; y que las instrucciones vertidas por los altos mandos militares a su tropa en servicio eran absolutamente claras respecto del “objetivo a aniquilar”.
En este sentido cobra un valor singular, real y concreto, la cifra que Lopérfído cuestiona. También lo cobra en relación al valor simbólico, como alcance que en el plano del capital cultural y de homenaje a las víctimas tiene la cifra de “los 30.000”. Pero aún así no se trata de una cuestión cuantitativa. No se trata de un número. Las secuelas que en el plano de las vidas humanas dejó el terrorismo de Estado son inmensurables. Y sus efectos en miles de familias y en la sociedad en su conjunto irreparables. Su valor cualitativo se expresa así en el plano político, social y cultural. A pocos días de cumplirse el cuarenta aniversario de esa oscura noche que sembró de dolor y muerte nuestra tierra, rechazamos las declaraciones de Lopérfido -agravadas por la función que desempeña- y expresamos nuestra profunda preocupación por actos contrarios al respeto por los derechos humanos de otros funcionarios del gobierno nacional, que no son ajenos a los intentos de reinstaurar la teoría de los dos demonios, acabar con el juzgamiento de los responsables del genocidio y desandar los avances instituidos en materia de políticas públicas de Derechos Humanos y en la
lucha histórica por Memoria, Verdad y Justicia.
las declaraciones del ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Darío Lopérfido, en relación a la magnitud de las consecuencias del accionar represivo del terrorismo de Estado. En manifestaciones vertidas públicamente en una reciente entrevista, Lopérfido sostuvo que “no hubo 30000 desaparecidos” y que eso “fue una mentira que se construyó en una mesa cerrada con el fin de conseguir subsidios”. Las terribles e irreparables secuelas que dejó dicho accionar en nuestro país fueron un claro y delineado objetivo que, de la mano del proceso de Reorganización Nacional y de la Doctrina de la Seguridad Nacional, buscaron – tanto a escala nacional como regional- sembrar el terror sobre el conjunto de la población e impedir todo tipo de resistencia frente al modelo de exclusión que habrían de imponer. La lucha sostenida del movimiento de Derechos Humanos, de los familiares de las víctimas y de diversos sectores
sociales, fueron generando respuestas inéditas y ejemplares que recorrieron el mundo denunciando primero lo que en nuestro país se silenciaba y clamando por Memoria, Verdad y Justicia, para luego plasmarse en políticas públicas de defensa de los Derechos Humanos y de juzgamiento de los autores de esos delitos aberrantes. Así, el secuestro, la tortura, el robo de bebés y la desaparición forzada de personas, entre otros, fueron probados crímenes de lesa humanidad, que se cometieron a lo largo y a lo ancho del suelo argentino y cuyos pormenores se explicitaron en esos procesos judiciales, poniendo al desnudo descarnadamente la metodología siniestra que los verdugos desplegaron en los más de 600 centros
clandestinos de detención, tortura y exterminio, sembrando de horror el suelo argentino. Las investigaciones llevadas a cabo durante todos esos años, junto a las declaraciones que se sucedieron en los juicios, permitieron conocer y probar pormenorizada y fehacientemente que las Fuerzas Armadas y de Seguridad -tanto sus hombres como la logística e infraestructura- estaban destinados a la represión; y que las instrucciones vertidas por los altos mandos militares a su tropa en servicio eran absolutamente claras respecto del “objetivo a aniquilar”.
En este sentido cobra un valor singular, real y concreto, la cifra que Lopérfído cuestiona. También lo cobra en relación al valor simbólico, como alcance que en el plano del capital cultural y de homenaje a las víctimas tiene la cifra de “los 30.000”. Pero aún así no se trata de una cuestión cuantitativa. No se trata de un número. Las secuelas que en el plano de las vidas humanas dejó el terrorismo de Estado son inmensurables. Y sus efectos en miles de familias y en la sociedad en su conjunto irreparables. Su valor cualitativo se expresa así en el plano político, social y cultural. A pocos días de cumplirse el cuarenta aniversario de esa oscura noche que sembró de dolor y muerte nuestra tierra, rechazamos las declaraciones de Lopérfido -agravadas por la función que desempeña- y expresamos nuestra profunda preocupación por actos contrarios al respeto por los derechos humanos de otros funcionarios del gobierno nacional, que no son ajenos a los intentos de reinstaurar la teoría de los dos demonios, acabar con el juzgamiento de los responsables del genocidio y desandar los avances instituidos en materia de políticas públicas de Derechos Humanos y en la
lucha histórica por Memoria, Verdad y Justicia.
¡Treinta mil detenidos-desaparecidos Presentes! ¡Ahora y siempre!
Servicio Paz y Justicia – Adolfo Pérez Esquivel – Presidente de
Serpaj y Premio Nobel de la Paz- Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora –
Presidenta Marta Vásquez – Nora Cortiñas /Liga Argentina por los Derechos del
Hombre – Graciela Rosemblum – José Schulman /Movimiento Ecuménico por los
Derechos Humanos Arturo Blatezky / Herman@s de Desaparecidos por la Verdad y la
Justicia- /Lita Stantic / Stella Calloni / Alcira Argumedo /
Beinusz Szmukler / Ana María Careaga/ Irma Medina / Beatriz
Luque
Serpaj y Premio Nobel de la Paz- Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora –
Presidenta Marta Vásquez – Nora Cortiñas /Liga Argentina por los Derechos del
Hombre – Graciela Rosemblum – José Schulman /Movimiento Ecuménico por los
Derechos Humanos Arturo Blatezky / Herman@s de Desaparecidos por la Verdad y la
Justicia- /Lita Stantic / Stella Calloni / Alcira Argumedo /
Beinusz Szmukler / Ana María Careaga/ Irma Medina / Beatriz
Luque
Buenos Aires, 2 de febrero de
2016
2016
Repudio a las declaraciones de Dario Loperfido