JUSTICIA: PARA LOS SOLDADOS CONSCRIPTOS DESAPARECIDOS

Se reabre el caso judicial que investiga la desaparición de más de una docena de soldados desaparecidos en el norte del Gran Buenos Aires.

Sara Steimberg

Sara Steimberg, es la mamá de Luis Pablo un colimba de la clase 54 que realizaba la colimba en el Colegio Militar de la Nación, en ese mismo lugar fue secuestrado y hasta el dia de hoy está desaparecido

El denominado caso 154, de la megacausa de Campo de Mayo, fue reabierto y profundizará la investigación de las desapariciones de los soldados Luis Pablo Steimberg y Luis Daniel Gracía. Ambos soldados, que cumplían el servicio militar en el Colegio Militar de la Nación, están desaparecidos desde el 10 y 12 de agosto de 1976. Hay testigos, entre soldados y suboficiales, que afirman haberlos visto en el Campito, el siniestro centro clandestino de detención que funcionó en Campo de Mayo.

Los casos

En la causa está involucrado de manera directa el entonces director del Colegio Militar de la Nación y último presidente de facto Reinaldo Benito Bignone.

Entre los soldados detenidos con ellos se encontraban Sergio Omar García, Hugo Néstor Carballo y Roberto Néstor Britos, todos sobrevivientes. A ellos se agrega el suboficial Víctor Ibañez, quien admitió haber visto al soldado Steimberg, dato que se lo reveló a su padre de manera pública en un entrecruzamiento radial que hizo radio Mitre entre ambos hace varios años.

En la zona correspondiente a Campo de Mayo, que abarcaba más de una docena de distritos al norte del Gran Buenos Aires y sumaba una población superior a los dos millones de habitantes, hubo una importante cantidad de soldados desaparecidos. Cerca de una veintena de soldados desaparecieron, ya fuera dentro de las unidades militares, ya saliendo de franco o cumpliendo alguna tarea encomendada por su superior. Aunque hubo casos denunciados y que llegaron a la justicia, las leyes de obediencia debida y punto final protegieron bajo un manto de impunidad a los jefes troperos que estuvieron vinculados de manera directa con los casos.

Bignone está acusado entre ellos los siguientes casos: 4: María Cristina López de Guerra y Martin Beláustegui; caso 5: Silvia Pintos, Alicia Castro, y Norma Rodríguez; caso 14: Pablo Eduardo Albarracín, Mirta Gladys López y otros; caso 36: María Elida Morales M. de Vallejo y Luis Fernando Martínez Novillo; caso 45 caratulado María Adelaida Viñas; caso 65: Esteban Bonifacio Juárez; caso 71: María Magdalena Nosiglia de Ciarlotti; caso 79: Juan Carlos Scarpatti; caso 129 Héctor Rubén Busquet; caso 130: Mario Luis Perretti; caso 134: Jon Pirmin Arozarena y otros; caso 143 Silvia Mónica Quintela Dallasta y Daniel Ernesto Quintela; caso 231: Marta Graciela Eiroa; caso 235: Norma Tato de Barrera y Jorge Carlos Casariego; caso 239 Emilio Alcides Baguan y María Graciela Graupera de Baguan.

El trabajo conjunto de abogados vinculados con las causas de Campo de Mayo empezó a acelerar los tiempos de la justicia. La intención es acordar estrategias en común, acercar nuevos casos y aportar la máxima cantidad de pruebas. El grupo de abogados que ya se reunió el mes pasado, lo volverá a hacer en quince días, para evaluar los trabajos realizados en el primer mes de funcionamiento del equipo.

Steimberg, Luis Pablo
Del libro: El Escuadrón Perdido, por José Luis D’Andrea Mohr.

Nació: 2 de febrero de 1954
Desapareció: 10 de agosto de 1976
Unidad: Colegio militar de la Nación
Director: General Reynaldo Benito BIGNONE
Jefe de Agrupación Tropas: Teniente coronel Rodolfo G. RIOS
Jefe de Compañía: Teniente primero Alberto Federico TORRES
Actuante: Suboficial principal Guillermo Roque GOMEZ
Juez militar 21: Coronel Alberto MARTINEZ
Secretario: Suboficial principal Sergio Roal GIMENEZ
Comandante de Zona de secuestro: General Carlos G. SUAREZ MASON
Comandante Subzona de secuestro: Brigadier Rodolfo FAJARDO
Comandante de Zona CCD: General Santiago Omar RIVEROS

Entrevista de Jaime Steimberg con el sargento Ibáñez

Luis Pablo STEIMBERG fue incorporado en marzo de 1976 como soldado conscripto del Colegio Militar de la Nación. Lo destinaron a la Agrupación Tropas, Compañía Comando, cuyo jefe, teniente primero Alberto Federico TORRES, le firmó una orden de salida permanente para tener franco todos los días desde las seis de la tarde hasta diana del día siguiente, por «razones de estudio».

Los meses transcurrieron normalmente hasta que, el 10 de agosto de 1976, salió de su casa en Morón a las ocho y media de la noche para encontrarse con otro conscripto del Colegio Militar, Mario V. MOLFINO, en el bar La Paz, de Corrientes y Montevideo. Según testigos -uno de ellos recogió de la calle los documentos de Luis y los entregó al padre-, el conscripto vestido de civil fue introducido a la fuerza en un automóvil por un grupo de personas armadas que aguardaban desde mucho antes en la esquina de la casa de la familia STEIMBERG.

El padre de Luis hizo de inmediato la denuncia en la Comisaría de Morón y dio aviso del episodio en el Colegio Militar. Sin embargo, dos días después del secuestro se presentó en su casa una comisión policial numerosa y fuertemente armada bajo las órdenes del mismo oficial que recibiera la denuncia del señor STEIMBERG: buscaban al «desertor». El padre recurrió telefónicamente al general BIGNONE, quien ordenó al policía suspender el operativo.

Desde entonces los padres de Luis hicieron lo imposible por encontrar respuesta a lo ocurrido, pero todo fue infructuoso. El testimonio judicial posterior de un soldado del Colegio Militar -coincidente con otros tres- aportó datos esclarecedores de la suerte corrida por Luis Pablo. El soldado declaró que fue detenido dentro de ese instituto y, vendado y esposado, fue llevado al centro clandestino de detención «El Campito», en Campo de Mayo. Lo torturaron con golpes y aplicaciones de picana eléctrica en los genitales y las orejas. Su interrogador quería saber de su amistad con STEIMBERG y exigía detalles de una conversación política mantenida por los dos soldados con cadetes en la enfermería del Colegio Militar. Entre los cadetes recordó a uno de cuarto año de apellido PETERSEN. Según el interrogador, esa charla había sido el «factor desencadenante», dada la afiliación de STEIMBERG al Partido Comunista.
Cuando el torturado fue devuelto al galpón de cuarenta metros de largo por treinta de ancho fue nuevamente encadenado al alambre y pudo correr la venda. Vio el lugar atestado de personas de ambos sexos encadenadas como él a alambres paralelos que iban de lado a lado de la construcción y la cubrían por completo. Los prisioneros yacían sobre colchonetas mugrientas. El testigo habló de los quejidos, los gritos, los ladridos de perros y el ruido de helicópteros y aviones del cercano Batallón de Aviación de Ejército 601, y reconoció a Luis Pablo STEIMBERG en un muchacho de civil, muy lastimado y al que una mujer que oficiaba de enfermera le decía que no tomara agua porque lo habían picaneado.

El soldado, que años después brindó ese testimonio, fue liberado en el despacho de BIGNONE, en el Colegio Militar de la Nación, y fue el propio general-director quien le dijo: «En esta lucha sucia y apátrida usted ha pagado las consecuencias de los culpables». Igual suerte corrieron otros conscriptos «erróneamente» torturados: fueron liberados en el propio despacho del general BIGNONE, quien les pidió disculpas, los hizo afeitar e higienizar, les pagó sandwiches y gaseosas y los licenció hasta la baja.
Mientras tanto, los padres de Luis Pablo se reunían con otros familiares de desaparecidos en la iglesia de Haedo. El templo no hacía diferencias para quienes, como los STEIMBERG, eran judíos y comunistas, pero sí la Fuerza Aérea responsable del Área 160 (Morón). Rodearon la manzana de la iglesia en ocasión de una misa por Luis Pablo, que pese a ello no fue interrumpida.

Año 1984. En el pasillo del tribunal aguardaban dos hombres desde una hora antes. Vieron acercarse a pasos ligeros al individuo canoso y alto, acompañado por el doctor Jaime Lucas LENNON. Los señores Jaime STEIMBERG y Wenceslao GARCIA interceptaron el rumbo del general Reynaldo Benito BIGNONE y de su defensor y ex ministro de Justicia del Proceso.

-¡Usted nos conoce! -bramó Jaime STEIMBERG, y BIGNONE palideció sin atinar a dar respuesta alguna.
-¡Allí se encontrará con la justicia! -STEIMBERG señaló la puerta del despacho del juez Carlos OLIVERI y el ex dictador, obediente, cruzó a través del marco de la puerta de madera oscura que abriera LENNON. Dentro del salón alcanzó a dar tres pasos y se desmayó sobre un sillón de cuero. Afuera aguardaban los padres de dos soldados desaparecidos del Colegio Militar: Luis Pablo STEIMBERG y Luis Daniel GARCIA. Los querellantes habían recorrido un calvario de ocho años desde el secuestro de sus hijos, acusados de desertores por los secuestradores.

Reynaldo Benito BIGNONE salió del despacho del juez OLIVERI incomunicado y con prisión preventiva por «privación ¡legal de la libertad». Cinco meses después la Suprema Corte de Justicia dictaminó que la causa era de jurisdicción y competencia militares. Se hizo cargo entonces el juez militar N’ 21, coronel Alberto MARTINEZ, quien sobreseyó a todos los implicados en los secuestros.

De STEIMBERG y MOLFINO no se supo más que lo ya narrado. La confesión de un suboficial del Ejército (el sargento IBAÑEZ, a quien ya nos referimos en el caso de Ernesto Mario PARADA) permitió establecer que GARCIA fue arrojado al mar desde una aeronave militar. Los tres integran el escuadrón perdido.

El último dictador descansa ahora en Marcos Paz

En 1955, el aún joven capitán Reynaldo Benito Bignone fue designado por la denominada Revolución Libertadora como veedor militar en la Comisaría 20ª de la Capital. En 1966 debutó en las lides de la escritura, al redactar la orden de derrocamiento del presidente Arturo IIlia «en su parte técnico operacional». Esos fueron los primeros peldaños de una carrera política que culminaría como dictador residual del Proceso de Reorganización, en 1982.
Dos años más tarde fue procesado por el juez federal Carlos Oliveri por la desaparición en 1976 de los soldados conscriptos Mario Molfino, Luis García y Luis Steimberg. Quedó en libertad en 1987, por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final dictadas por ex presidente Raúl Alfonsín.
También fue acusado por convertir el Hospital Alejandro Posadas, de Ramos Mejía, en un centro clandestino de detención.
Desde 1999 está detenido y con prisión preventiva dictada en su momento por el ex juez federal Adolfo Bagnasco y ampliada por el juez federal Jorge Urso, como coautor mediato de los delitos de sustracción, retención y ocultación y sustitución o supresión de estado civil de los bebés alumbrados en cautiverio por las mujeres detenidas-desaparecidas bajo la dictadura.
El 20 de abril de 2010, a sus 82 años, fue condenado a 25 años de prisión por el Tribunal Oral Federal I, que lo halló coautor de 56 casos de allanamiento ilegal, robo agravado, privación ilegítima de la libertad e imposición de tormentos cometidos en el centro de torturas y exterminio que funcionó en Campo de Mayo. Desde entonces, reside en el penal de Marcos Paz.

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